miércoles, 20 de julio de 2011

Una tarde


Tengo la impresión de que no se puede escribir algo decente sin escuchar trova al mismo tiempo que se escribe; de la misma forma, uno no puede caminar por Lima sin captar las distintas escenas que nos ofrece esta variopinta ciudad. Son las 3:15 p.m., camino entre las pocas gotas de garua que quedan y mis pies se arrastran entre el lodo característico del invierno limeño; en mi bolsillo solo llevo 5 soles con 70 céntimos y mi única misión es encontrar los precios de un router ADSL que mejore mi conexión de internet.

Es una tarde de jueves de invierno que, en honor a Ángel González, parece una mañana de miércoles de otoño o una tarde de viernes de verano. Es una tarde donde mi única misión será tomar fotos y captar tantas situaciones como me lo permita el tiempo, el clima y la seguridad de mi cámara. La tarde es fría pero es un frio especial; es un frio que te hace necesitar un abrazo y un beso; es una tarde que te provoca andar con la casaca abierta a pesar del frio que llena tu pecho; es una tarde diferente porque el sol acaba de salir y la garua se esconde detrás de las nubes grises que llenan el cielo de esta ciudad.

Bajo del micro, los árboles del Parque de la Exposición me dan la bienvenida. Elijo entrar al parque por el simple hecho de que prefiero alejarme del ruido de los motores, los gritos de cobradores y el aullido desmedido de los cláxones. Cuando hice mi primer ciclo en la universidad, tenía un compañero que prefería viajar una hora y cuarenta y cinco minutos a una hora para evitarse tener que ver edificios grises, combis asesinas y pseudo-mendigos; todo eso a mí me parecía una total payasada y niñería pero ahora puedo comprender en algo su situación. Mis pies se van deslizando entre los adoquines rojizos que componen las veredas que están rodeadas por un verde fresco y natural. Muchos árboles, bancas y palomas; una nívea fuente de mármol me da la espalda en el momento que es protagonista de la primera foto. Mis pasos siguen hacia el otro lado del parque; paso por el Museo de Arte de Lima donde exponen los cuadros de uno de los mejores representantes de la pintura peruana; miro la lista de precios, no me alcanza y sigo caminando.

Salgo del parque para volver al ruido aturdidor de Lima, la gris, la panza de burro. Cruzo la pista y, después de muchos pasos bastante lentos, encuentro otra fuente. El contraste de colores, la falta de agua y las estatuas que la componen (muchas focas y un guerrero iracundo) le dan un aire especial que le quita su triste y solitaria ubicación detrás de varias paredes de ladrillo. El protagonista de mi segunda foto esta nuevamente de espaldas; acabo de darme cuenta que no es que lo protagonistas tengan una resistencia a dejarse tomar una foto cual Rock Star sino que mis habilidades para tomar fotos son mínimas.

Dejé atrás la fuente seca del guerrero furioso, adiós veredas de ladrillos rojos y jardines de verde vida, la selva de cemento se vuelve el reino perfecto de las miradas tristes, facciones adustas y malhumor latente. Paso frente a un gran hotel que está casi al frente de Palacio de (in)Justicia. El Palacio de (in)Justicia se caracteriza por ser un edificio muy grande y robusto; supongo que el tamaño es proporcional a la cantidad de sobornos que se realizan dentro de él. Supongo que será el único protagonista de mis fracasadas fotos que dará la cara porque la tiene demasiado dura como para esconderla.

Mi viaje interdistrital termina en la entrada a un centro comercial de tres pisos. Pasadizos atiborrados de circuitos electrónicos, lo último en tecnología informática (se debe tener en cuenta que es lo último y más accesible a la mayoría de peruanos) lo encuentras acá. Ni bien piso el nivel intermedio escucho los gritos desaforados de las jaladoras; típica costumbre comercial peruana. Amigo, software; ¿qué buscas? ¿Laptops, tintas o juegos? son palabras que llenan mis oídos a cada paso. No tengo ganas de perder el tiempo y hago caso omiso a los gritos; prefiero enfocar mis energías en las sonrisas de las señoritas que ofrecen amablemente diversos productos informáticos. Pregunto sobre mi router donde mi corazonada o la sonrisa de una chica me lleve; pregunto, lamentablemente, sin éxito. Estoy cansado y los gritos ya han empezado a agobiarme así que decido regresar a casa. Las calles están más frías, menos amigables y más húmedas; camino tratando de reconocer alguna escena que me permita sacar otra fotografía pero desisto; ya es muy tarde y lo último que quiero es terminar corriendo detrás de un hombrecillo de dudosa reputación para recuperar mi celular. Ya es de noche y Lima muestra su más fría dimensión; ya es de noche y prefiero que sea tarde una tarde de julio, una tarde para caminar.

domingo, 12 de junio de 2011

Elecciones "democráticas"

La cosa es fácil, el único que perdió en estas elecciones fue el Perú, independientemente del candidato elegido para gobernar nuestro país durante los próximos 5 años. Nunca vi tal polarización en una elección presidencial; blanco contra cholo, limeño contra provinciano, rico contra pobre, izquierda contra derecha y un largo etcétera que prefiero no mencionar. Los peruanos hemos logrado algo totalmente insano, hemos democratizado la discriminación y le hemos otorgado un nombre y apellido; demostramos nuestra (falta de) educación e intolerancia frente a otras opiniones.

Estas 8  semanas de casería de brujas han hecho que los peruanos dejemos de llamarnos peruanos para pasar a ser “irresponsables”, “corruptos” o “ignorantes”. Estimado elector o militante político, votar en blanco o viciado no es una irresponsabilidad; por el contrario, es dar a conocer que ninguno de los candidatos te parece lo suficientemente bueno(o menos malo) como para ocupar el sillón presidencial. De la misma forma, haber marcar la K o la O no te hace ni corrupto ni ignorante porque, si así lo fuera, el Perú estaría condenado a vivir en el subdesarrollo y la mediocridad con un 48.2% de personas que no saben nada, un 45.5% de personas que solo piensan en beneficiarse del estado y un 6.3% de personas que no van a hacer nada por su país. ¿Jodidamente jodido no? Por eso mismo se abrió Vergüenza Democrática, un espacio donde se demuestra que tan grande puede llegar a ser la discriminación en nuestro país, un espacio donde se demuestra como todos los peruanos nos olvidamos de la marca Perú o de lo hermosos que pueden llegar a ser los paisajes la sierra, la alegría de la selva o la hospitalidad de la gente del norte. Señores, al que no le viene de Inga, lo trae de Mandinga; en mi caso, soy un cholo, serrano, costeño y provinciano pero, por sobre todas las cosas, PERUANO.

Ahora ya tenemos un nuevo presidente y no nos queda otra cosa que luchar por nuestros derechos y cumplir con nuestras obligaciones como ciudadanos. Yo no creo ni una sola palabra de nuestro electo presidente pero espero que dentro de 5 años pueda arrepentirme de todo lo que dije y que sea uno de los mejores presidentes que ha tenido Perú. Hay miedo e incertidumbre-no en vano cayo la bolsa 12% el lunes después de elecciones-pero también hay esperanza; si fuiste uno de esos que dijo “ganó Ollanta, me voy de este país de mierda”, pues ándate-mientras más rápido, mejor-lo último que necesitamos acá es gente que tenga al pesimismo como bandera; si cambiaste de parecer, quédate y hagamos los mejor para nuestro país. Yo me quedo porque tengo un sueño que se llama Perú y trabajaré para que ese sueño se haga realidad. Espero que cada uno de ustedes tenga un sueño similar o parecido; donde todos pongamos el hombro para tener un país cada vez más grande e importante. 

Me voy con esta frase: “La discriminación no es más que el miedo a conocer nuestra realidad”

domingo, 15 de mayo de 2011

Los peruanos somos....¿de puta madre?

Los peruanos somos de puta madre porque si no piensas igual que la mayoría de personas(o la mayoría con la que tienes contacto) puedes llegar a ser un ignorante, un burro, un cagado y un largo etc. que usualmente se amplía en época electoral. Los peruanos somos de puta madre porque queremos a los gobernantes y funcionarios más honestos y probos a nivel mundial pero somos los primeros en hacer una copia pequeñita para sacarla en el examen más fácil, en jugar con nuestra salud para aplazar la entrega de un trabajo o en pensar que debemos aceptar una coima porque “de todas maneras, alguien la recibirá por nosotros”. Los peruanos somos de puta madre porque nos quejamos del tráfico que tienen nuestras ciudades pero somos los primeros en parar un taxi o un microbio donde se nos pegue la gana para evitar una larga caminata de 25 metros al paradero más cercano, en entrar al carril de al lado sin preocuparnos por el pata que viene manejando en ese carril o cerrar a un carro con el único fin de adelantarnos unos metros más. Los peruanos somos de puta madre porque cuando vamos en el microbio nos hacemos los dormidos-casi cojudos-cuando sentimos que tenemos que ceder el asiento a alguien. Los peruanos somos de puta madre porque esperamos el último minuto para pagar nuestras cuentas de teléfono, cable, luz o agua y si es un préstamo de un amigo, ni lo pagamos-¿alguien dijo perro muerto?-. Los peruanos somos de puta madre porque si queremos avanzar no hay nada mejor que romperle las piernas, espero que no literalmente, a los que están delante nuestro. Los peruanos somos de puta madre por que nos gusta toda la comida peruana (costa, sierra y selva), escuchamos valses, cumbias y boleros, gritamos “Viva el Perú, carajo” y nos sentimos orgullosos de ser peruanos únicamente cuando son Fiestas Patrias, juega la selección de fútbol, vóley o algún otro deporte o cuando algún peruano o peruana respetable, que no son pocos, tiene algún reconocimiento importante. Los peruanos somos de puta madre porque los insultos más recurrentes son “cholo de mierda”, “gringo conchatumadre”, “negro pendejo”, “chino huevón”, “maricón de mierda” y una que otra mentada de madre; personalmente, creo que las mentadas de menta son mejores. Los peruanos somos de puta madre porque pasamos tiempo en el facebook, pichangueando o en el taco y decimos que no tenemos tiempo ni para comer.
Los peruanos somos tan de puta madre que no tenemos la más mínima idea de nuestra realidad.

lunes, 11 de abril de 2011

Yo sí voto


Cuando tenía diez o doce años me interesaba poco la política. Me interesaba poco porque no le veía un fin práctico a todo ese grupo de personas hipócritas y discursos fingidos, hiperbólicos y demagógicos malogrando mis noches de películas todos los domingos. Ahora tengo 19 años-casi 20-la política me ha llegado a interesar más que nunca. Son mis primeras elecciones presidenciales y la primera vez que voto y eso hace que todo este circo de propuestas y promesas se vuelva mucho más interesante para mí.

Ha sido un mes, para mí, donde escuche todo tipo de propuestas y a todo tipo de candidatos. Desde chicotazos, pasando por balones de gas a precio de oferta de Metro-“Compra 2 y lleva 6”-, hasta pensiones para personas que nunca tuvieron un trabajo formal o que nunca trabajaron. Nunca había escuchado tantas promesas, o nunca les tomé tanta atención, y la verdad es que sorprende cuanto pueden llegar a mentir o arriesgar la economía y la política de nuestro país. En este punto sería tonto ponerme a debatir sobre cuáles eran los candidatos más capaces o cuales tenían las propuestas más descabelladas; no sirve de nada, ya que  los primeros resultados a boca de urna ya están en televisión y la tensión rompe los nervios de dos candidatos para saber cuál de ellos se lleva último cupo para la segunda vuelta. No quiero pecar de pedante ni sabelotodo pero hay propuestas tan descabelladas que me da rabia ver como se intenta engañar-usualmente terminan siendo engañados.

Aumentar el sueldo básico a 800, 850 o 2500 soles
El sueldo básico no se puede aumentar porque hoy salió el sol más radiante que nunca o porque una vaca no mugió sino que ladró; para poder desarrollar una medida económica de ese tipo se necesitan cumplir varias condiciones. Existen dos problemas muy marcados con el aumento de sueldo. En primer lugar, se genera un riesgo de inflación constante debido al mayor poder de compra de las personas. En segundo lugar, se alienta el avance de la informalidad en la economía; los empleadores no quieren verse obligados pagar más por un trabajo; por lo tanto, aumentaría el número de subcontrataciones de personal.

Programa “Juntos” y “Pensión 65”
La gran mayoría de candidatos ha prometido promover el programa Juntos y Pensión 65. ¿Por qué no establecer una institución que ayude a los más pobres? Desde el punto de vista social, ¿quién define los parámetros o condiciones necesarias para que a una persona se le pueda otorgar este beneficio? ¿quién fiscaliza la forma en que se va a gastar ese dinero? Desde el punto de vista económico, no es nada justo que se favorezca a un grupo de personas habiendo diferentes aspectos desde los cuales se debe promover la inversión con distintos tipos de leyes en lugar de aumentar el gasto fiscal en el estado.

Reducción de IGV y aumento de regalías e impuestos a la minería
Existe una razón primordial por la que no se debería reducir el IGV. Al reducir el IGV, la recaudación del estado disminuye; por lo tanto, se tiene menos dinero para poder hacer más cosa; es decir, olvídense del programa Juntos o de la capacitación a los profesores. Otra razón primordial es la verdadera utilidad de esta reducción; es decir, este descuento realmente se apreciará en los precios de la calle o se verá reflejado en la utilidad de los productores.
El aumento de las regalías e impuestos a la minería es complicado-porque choca con mi futuro sueldo; una broma de mal gusto-; es complicado debido a que existen contratos firmados entre la empresa minera y el estado donde se establecen determinadas condiciones para la tributación por parte de las empresas; con un cambio de estas regalías o impuestos se estaría violando un contrato firmado. Además, nada garantiza que aumentar las regalías e impuestos a las empresas mineras tenga  La mejor forma de aprovechar la minería no es dándole trabajo a la mayor cantidad de personas posible, ya que la minería extrae recursos no renovables del subsuelo; la mejor forma de aprovechar la minería es implementando actividades industriales como la agricultura tecnificada o ganadería a gran escala mediante préstamos, donaciones o asistencia técnica especializada o promoción de la salida de los mercados a otros productos.

La fórmula secreta
No existe una fórmula secreta para ser presidente del Perú; ni mucho menos, una fórmula secreta para solucionar los problemas tan complejos que tiene el Perú. “Nadie ha descubierto la fórmula secreta para ser presidente del Perú…Para ser presidente del Perú, necesitas saber bailar algo de cumbia, algo de salsa, algo de reggaetón; tienes que saber prometer y tienes que saber comer todo lo que te den a donde vayas…Las elecciones en el Perú se deciden por un 60% de votantes que no saben nada; que no están enterados de que es lo que pasa ni cómo es que pasa…el secreto está en saber cómo ese 2% de pensantes convence al otro 60%” escuché de una persona a quien conozco poco pero respeto bastante justo un día antes de las elecciones.

El Perú, desde mi punto de vista, no necesita una nueva forma de gobierno; es decir, una nueva constitución o la implementación de un nuevo sistema económico no soluciona la raíz de los problemas. La solución de todos nuestros problemas no está en el estado; la solución de nuestros problemas, está en nosotros mismos. El estado-el presidente, los congresistas, los ministros y demás personajes (ir) respetables- solo tienen el deber de darnos los mejores servicios básicos como educación y salud de la mejor calidad. Cuando el niño de Michiquillay-Amazonas, o de Hualgayoc-Cajamarca tenga una educación de la misma calidad de educación que tiene un niño que estudia en el Markham o en La Inmaculada; recién en ese momento el Perú será un país desarrollado. Cuando un niño del Cerro San Cosme, en Lima, o Cruz de la Esperanza, en Lambayeque, pueda tener la misma calidad de desayuno que tiene el hijo del presidente o de algún ministro; en ese momento, se podrá decir que el Perú es un país con igualdad de oportunidades para todos. Cuando un niño que vive en un orfanato o una persona que vive en Nueva Esperanza, acá nomás, a la vueltita de la esquina, en Villa María del Triunfo, pueda tener acceso a la misma calidad de médicos que tienen en la Clínica San Lucas o la Clínica Stella Maris; ese día el Perú podrá ser un país realmente democrático. Entiéndase a la Democracia, no como el gobierno del pueblo, sino un gobierno donde todas las personas puedan tener las mismas oportunidades. No hablo de comunismos ni de nacionalismos; simplemente, dar oportunidades a las personas para desarrollarse y creo que creo que eso solo se logra a través de la Educación.

domingo, 27 de marzo de 2011

Tantas veces, Cerro

Cerro de Pasco es una ciudad invernal, con un frio que entra hasta los huesos y con una altura que amedrenta a cualquier costeño. A mí me gusta la sierra, he estado en Cajamarca, Cusco (no con z), Huancayo, Huánuco y otras ciudades que volvería a visitar una y otra vez; pero con Cerro todo es diferente. Por razones extrañas del destino, he estado acá dos veces; dos veces donde odie y maldije a esta ciudad de invierno eterno.

La primera vez, tenía diez u once años, era un chiquito rollizo e intranquilo y estaba de paso por Cerro. Mi destino final era Huancayo y la única razón para subir a más de 4000 metros sobre el nivel del mar era visitar a mi hermano que por ese tiempo trabaja muy feliz por este lado de la Cordillera de los Andes. No hubo ningún problema hasta que mi hermano me recomendó no correr ni hacer mucho esfuerzo porque podía darme algo que él llamaba “soroche”. Como todo chico obediente, me importo un pito su recomendación y, para probarle que estaba equivocado, empecé a correr como si estuviera participando en maratón. Lo siguiente que puedo recordar es la oscuridad del carro que nos llevaba a Huancayo y un dolor de cabeza infernal combinados con unos mareos y unas nauseas incontrolables. Gritaba que esa ciudad era una porquería y que nunca más en toda mi vida volvería a estar ahí.

La segunda vez,  tenía trece años y mi ego y orgullo seguían resentidos con esta ciudad. Decidí cobrarme la revancha. Espere que lleguen las vacaciones de medio año, llamé a mi hermano y le dije que quería visitarlo en Cerro de Pasco para conocer lo que era una mina de verdad. Angel, mi hermano, accedió sin ningún problema a que lo visitara; finalmente, era mi hermano mayor y ya hacía buen tiempo que no lo veía. Salí de Lima con un litro de mate de coca para evitar algún juego pendenciero de la altura. Pensaba llevar a cabo mi venganza pero la altura fue más. Llegue a Cerro con todo el litro de mate de coca fuera de mi estomago, una dinamita detonando cada segundo en mi cabeza y un tornado dando vueltas en mi cabeza. Mi hermano me recogió, me llevo a la residencia y me colocó una mascarilla que llenó mis pulmones del oxigeno que tanto extrañaba. Ese día jugaba Perú con Uruguay por las eliminatorias para el algún Mundial de fútbol al que no logramos clasificar, nuevamente. Perdimos y yo sentía que perdería mi cabeza si me quitaban la mascarilla. Estuve así cerca de cuatro días y al quinto día tuvimos que bajar a Lima porque mi hermano tenía sus días libres. Lo único importante de esos cuatro días es que pude entrar a una discoteca por primera vez-¿alguien dijo Eyffer?-; lamentablemente, el soroche me volvió a traicionar y tuvimos que regresar a la media hora a la residencia. Regresé a Lima con la cabeza baja, mi orgullo por los suelos y prometiendo no volver nunca más a esta ciudad que me trataba tan mal y cada vez peor.

Han pasado casi siete años de la última vez que estuve aquí. Ahora soy un estudiante de Ingeniera de Minas que necesita hacer sus prácticas de verano y, como era de esperarse, Cerro no estaba en ninguno de mis planes para practicar-si en algún momento llegue a tener algún plan. El punto es que ninguna empresa quería darle prácticas a este estudiante de sexto ciclo y mi última esperanza ya se había esfumado mientras esperaba una llamada que nunca llego. Tenía mi pasaje comprado para Chiclayo donde planeaba pasar el resto de mis vacaciones, trabajar como profesor de pingpong, leer y escribir bastante. Eran las 9:54 a.m. del jueves 20 de enero, cuando mi celular registro una llamada entrante de un número desconocido. En estos días de espera impaciente, cualquier llamada de un número desconocido era un motivo para ilusionarse. Me estaban ofreciendo una práctica en una conocida minera de Cerro de Pasco. No dudé, la acepté; tampoco tenía muchas opciones para elegir así que no podía darme el lujo de rechazarla. Compré mi pasaje y aliste mis cosas. A las 10:30 p.m. estaba sentado en el asiento de un bus que me llevaría a la ciudad que prometí no volver por el resto de mi vida.

Llegué a Cerro sin ningún problema. Fui a Paragsha, me registre como el practicante de Ingeniería y Planeamiento e inicie los papeleos de admisión. Después de tres horas, empecé a sentir dolor de cabeza y mareos y seguí así por casi cuatro días; cuatro días donde mis drogas perfectas fueron el oxigeno y los corticoides. Por suerte, pasé todos los exámenes que debía pasar (psicológico, médico y de inducción) y a los cinco días empecé a trabajar, pero ese es motivo de otro post.

Era mi segundo o tercer día en Cerro de Pasco cuando empecé a escribir este post y estaba arrepintiéndome de haber viajado. Ahora, casi dos meses después, he decidido terminarlo pero no puedo hacer eso sin recordar lo bien que lo pase y lo feliz que soy de haber conocido todas las personas que conocí. Fueron dos meses donde disfrute de mi independencia, de mi libertad, de mis amigos y de la profesión que he elegido aunque sea cabrona y matadora. Como ya dije, pienso volver a Cerro; quizá no como practicante pero si como ingeniero-asumiendo que llego a terminar mi carrera- pero pienso volver. Pienso volver para seguir arrepintiéndome de lo que dije hace muchos años cuando lo único que importaba era si me dolía la cabeza o no pero pienso volver para seguir disfrutando de esa independencia que tanto me ha gustado y para retribuir todos lo que esta empresa y esta ciudad me han dado en dos meses.

sábado, 15 de enero de 2011

Entrevistame que soy realidad

Nunca me habían entrevistado. Por el contrario, me han interrogado-algo totalmente distante y diferente-: a qué hora llegaste, donde estuviste, por qué llegas tan tarde, qué haces tanto tiempo frente a la laptop, por qué no contestas el teléfono, cómo es posible que llegues en ese estado y un largo etcétera que no es necesario profundizar; y supongo que mi padre y mi madre nunca dejaran de hacerlo. Lamentablemente, no me siento bien siendo interrogado; me siento controlado, me estreso y pierdo la poca paciencia que tengo.

¿Aló? Buenas tardes, ¿Julio Mondragón? Sí, él habla. Hola, nos comunicamos contigo porque queríamos ver la posibilidad de una entrevista; somos la compañía minera ABC. Claro, no hay ningún problema. ¿Entonces puedes venir a nuestras oficinas mañana a las dos de la tarde? Claro que sí. Bueno, nuestra dirección es Av. Emancipación 987 detrás de Los Heraldos Negros. Muchas gracias, ahí estaré. Colgué el teléfono y no sabía qué hacer con toda la alegría y la emoción que me trajo esa llamada; unas horas antes me habían rechazado muy cortésmente de la empresa VFT y ahora una empresa me llamaba para una entrevista. ¡Sí se puede!

La entrevista es a las dos de la tarde y a mí no me gusta ser impuntual. Llegó a la 1:10 p.m. para tener el tiempo necesario de ubicar el edificio, pasar el control de seguridad y llegar a la oficina de la persona que me iba a entrevistar. Ya había encontrado el edificio, era la 1:20 p.m. Buenas tardes señor, tengo una entrevista para unas oportunidades que tengo en esta empresa; soy estudiante de ingeniería de minas. Disculpe, pero no puede pasar; el personal está en hora de refrigerio y recién a las dos de la tarde pueden entrar las personas ajenas a la empresa. Odie profundamente mi puntualidad, el sol de la una de la tarde y mi camisa manga larga para la formalidad del caso. Señor, necesito entrar antes porque mi entrevista es a las dos de la tarde y si entro a las dos en punto voy a llegar tarde. Caballero, disculpe pero son las disposiciones de la empresa.

Ok, el sol quema como si estuviéramos en la playa y tengo cuarenta minutos de espera. Disculpe, por aquí hay alguna tienda con helados. Un tipo bajo, con gorra un poco desgastada y camisa blanca volteó a responderme. Sí, volteando la esquina a la izquierda; ahí nomás en la vereda de en frente. Muchas gracias, hasta luego. Por fin, sombra y un cajón lleno de helados. Buenas tardes maestro, un sándwich y una coca, por favor. Tenga, son cuatro setenta. Le pagué, agradecí y me fui. Veinte para las dos, vuelvo donde el señor de la gorra desgastada; me paró junto a él y empezamos a conversar, se le notaba un buen tipo.

Me acercó a la ventanilla con vidrio azul metálico, son las dos. Buenas tardes, tengo una entrevista y necesito llegar lo más rápido posible porque me dijeron que era para las dos. Está bien, ¿con quién tiene la entrevista? No tenía la más mínima idea de quién me iba a entrevistar. No sé, simplemente me llamaron y me dijeron que venga. Después de diez minutos me dijeron que ya podía pasar y que busque a la señorita Martha Moran. Pasé por una puerta grande de vidrio. Buenas tardes, busco la señorita Martha Moran. Sí, espere un momento por favor. La recepcionista me señalo un grupo de muebles de cuero bastante cómodos.

¿Julio Mondragón? Sí. Mucho gusto, Martha Moran. ¿Qué tal? Mucho gusto. Sígueme por acá para poder conversar tranquilos. Llegamos a un cuarto blanco con una mesa ovalada rodeada de asientos y dos cuadros apoyados en distintas paredes. Bueno, en esta oportunidad, te queremos hablar de las oportunidades que tiene ABC para ti. Pero primero quiero conversar para saber un poco más de ti. En realidad no era una conversación sino una entrevista. Estaba un poco nervioso, era mi primera entrevista y no quería hacerlo mal. Me sentía intimidado, había algo en su personalidad que me ponía nervioso; de repente su actitud, su confianza o su mirada. La entrevista empezó bien a pesar de mis nervios evidentes, si bien miraba a algún lugar afuera del edificio, respondí y hable lo debido, comente algunas cosas y intente darle la seriedad debida a toda la entrevista. La entrevista en general salió bastante bien, creo, salvo por dos pequeños errores. ¿Cuando terminarías la universidad? En el 2012, si es que los mayas se equivocaron en sus predicciones. No se rio ni me miro, parece que mi sentido del humor a veces peca de ser bastante acido. Julio eso es todo, muchas gracias y ya te estaremos avisando. Muchas gracias a ustedes por la oportunidad espero, espero…hasta luego. Mi lengua se trabo, simplemente quería decirle que espero que tengamos la oportunidad de volver a conversar, pero mi lengua se enredo en el momento más inoportuno.

Así fue mi primera entrevista de trabajo y espero que haya muchas más con ABC

Imagen:  evisos-Argentina

DJ YOMIX

ESTAMOS EN FIN DE SEMANA Y HAY QUE MOVER EL CUERPO




Dale click a la imagen :)